Entre el rendimiento y la obsesión

Entre el rendimiento y la obsesión
Roberta Tamayo
la obsesión por una “nutrición perfecta” está afectando la salud física y mental de muchos deportistas.

Desde que empecé a escalar, me enseñaron que el cuerpo es mi herramienta más valiosa. Cada movimiento depende de la fuerza, el control, resistencia, movilidad y también el combustible que hace que funcione todo esto: la comida. Por suerte, siempre he tenido una buena relación con la comida. 

He aprendido a escuchar mi cuerpo, a comer lo que me hace sentir fuerte, enfocándome en lo que me aporta energía y también en lo que disfruto comer, no en que me quita calorías o tiene demasiada grasa. Pero no todas las personas, en mi caso atletas, tienen esta experiencia, y cada vez más veo cómo la obsesión por una “nutrición perfecta” está afectando la salud física y mental de muchos deportistas. Por eso quiero hablar de esto, desde mi perspectiva personal y lo que he vivido. 

En el alto rendimiento, es muy fácil caer en la trampa de querer controlar todo lo que nos rodea con el objetivo de mejorar, y mejorar rápido. La nutrición se vuelve uno de los puntos “críticos” más comunes. Que si el “meal prep” perfecto, que si eliminar los ultraprocesados, que si comer “limpio” todo el tiempo. Todo eso puede sonar saludable desde fuera, pero cuando se convierte en una obsesión, deja de ser funcional. He visto gente contar macros con ansiedad, estar parados en el súper leyendo tablas de información nutrimental sin fin, negarse a comer carbohidratos o castigarse por “romper la dieta”. Y muchas veces, eso no viene con mala intención, al revés, viene de una presión constante por mejorar rápido y tener los mejores resultados posibles, pero…¿nos conviene dejar de ser funcionales?. 

Uno de los mayores problemas que he notado y preocupan dentro de la comunidad deportiva es la desinformación y la abundancia de consejos extremos en redes sociales: ayunos, dietas bajas en azúcares y grasas, suplementos sin control…Pero muy pocas veces se habla de lo importante que es la energía disponible para nuestro cuerpo, especialmente en deportes como el mío (la escalada) donde el peso corporal se convierte en una preocupación constante. Aquí entra algo fundamental que muchos aún no conocen, los REDs (Relative Energy Deficiency in Sport). 

Para no meternos en mucha ciencia los REDs ocurren cuando un atleta no consume suficiente energía para cubrir las demandas de su entrenamiento y las funciones básicas del cuerpo. No tiene que ver con estar delgada, ni con tener un trastorno alimenticio diagnosticado. Puede pasarle a cualquiera, a alguien que se ve saludable, pero que simplemente no está comiendo lo suficiente para el nivel de actividad diaria que tiene. Los signos y síntomas pueden ser fatiga crónica, pérdida de masa muscular, disminución del rendimiento, lesiones recurrentes, problemas hormonales, etc. Y lo peor es que muchos ni siquiera saben que les está pasando, porque se ha normalizado que el atleta todo el tiempo se siente cansado o porque hay una idea de “cuerpo ideal” para su deporte y no que lo realmente importante es su salud. 

Como escaladora, me he enfrentado muchas veces a la presión de “verme como atleta”. He escuchado comentarios sobre cuerpos “más adecuados” para escalar o ideas equivocadas sobre lo que significa estar en forma. No se trata de restringir, sino de nutrir. De comer para tener energía, para recuperarse, para darle lo necesario a nuestro cuerpo y más importante, para disfrutar lo hacemos. Y eso incluye también el placer de comer sin culpa. Sin calcular cada bocado.

Creo que como deportistas tenemos una responsabilidad: visibilizar estos temas y romper con los mitos. Hablar más de nutrición basada en evidencia, trabajar con profesionales capacitados y sobre todo, construir una cultura donde el bienestar esté por encima del físico. Porque ningún resultado vale la pena si para conseguirlo estás destruyendo tu salud. 

Esto no es para decirle a nadie cómo debe comer, ni cómo se debe de ver su cuerpo, sino para abrir una conversación necesaria. Porque el deporte debe hacernos más fuertes, no más frágiles. Y eso empieza por nutrirnos bien, física y mentalmente.

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