No estoy cansada, estoy digitalmente agotada
Ese scroll infinito se ha convertido en hábito: lo hacemos casi sin pensar
Cómo el diseño de la tecnología, la dopamina y el burnout silencioso están moldeando nuestra atención —y qué podemos hacer.
Ese scroll infinito se ha convertido en hábito: lo hacemos casi sin pensar. Pero lo cierto es que está diseñado para eso, deslizar, mirar, reaccionar… y cuando te das cuenta, ya pasaron veinte minutos.
Cada vez que deslizas en tu pantalla, tu cerebro recibe un pequeño golpe de dopamina: una molécula clave en el sistema de recompensa del cerebro, que activa sensaciones de placer, motivación y refuerzo. Es la misma sustancia que se libera cuando comemos algo que nos gusta o recibimos un halago, y está directamente involucrada en conductas repetitivas y hábitos.
Pero no solo eso, es lo que nos engancha, es la sorpresa. Nuestro cerebro evolucionó para buscar patrones y detectar cambios: en la sabana, notar algo diferente podría ser la diferencia entre sobrevivir o no. Hoy, esa misma lógica se activa con cada contenido inesperado. Las plataformas lo saben. Ajustan constantemente sus algoritmos —conjuntos de reglas y cálculos que deciden qué ves y cuándo— para maximizar tu atención. No es solo un video más: es el video justo, en el momento justo. Uno que dispara tu curiosidad, te hace reír, te provoca o te recuerda algo. A esto se le llama engagement hook, y hay muchos tipos: desde la música reconocible hasta el texto que empieza con una pregunta o una historia inconclusa. Todo diseñado para que no te vayas. Como una máquina tragamonedas, pero con colores brillantes, dopamina y un historial personalizado.
Herramientas como el infinite scroll están pensadas para eliminar las pausas. No hay final visible, solo sigues bajando. Y eso significa más tiempo en la app, ¿el resultado de todo esto? Pasamos en promedio más de 2.5 horas al día en redes sociales, según el informe Digital 2023 Global Overview Report de We Are Social y Meltwater. Eso equivale a más de 75 horas al mes. Dos jornadas laborales completas solo deslizando el pulgar, o más de 36 días al año, una escala que impresiona.
Y lo más curioso: muchas veces ni siquiera lo notamos o disfrutamos del todo. A eso se le llama zombie scrolling. El término fue popularizado por expertos en salud mental digital, como el Newport Institute, para describir ese estado de uso automático y sin conciencia de las redes sociales, en el que el cuerpo sigue deslizando pero la mente ya no está presente. Al final, puedes sentirte vacío, ansioso o con la sensación de haber perdido el tiempo. Y no es raro. Y no es del todo tu culpa. Es el resultado de una mezcla potente: algoritmos que optimizan cada segundo de atención, interfaces que eliminan las pausas y un cerebro humano programado para responder al cambio y la recompensa. Es el diseño haciendo su trabajo, apoyado en nuestra propia biología.
Sin embargo, nuestro cerebro no está hecho para este nivel de estimulación constante. Hoy en día, cada app te lanza cientos de estímulos visuales por minuto, cada historia, cada reel, cada notificación compite por nuestra atención y tiempo.
Esto no solo agota la mente. También el cuerpo. Estar frente a la pantalla durante largos periodos afecta el sueño, la postura, la vista. Según un estudio publicado en Nature and Science of Sleep (2023), el uso excesivo de pantallas antes de dormir reduce significativamente la calidad del sueño al retrasar la liberación de melatonina, la hormona que regula el descanso. Además, organizaciones como la OMS advierten que el sedentarismo asociado al uso de dispositivos digitales contribuye al aumento de problemas posturales y fatiga visual generalizada en jóvenes y adultos. Además, el burnout digital es real y se manifiesta con fatiga mental, irritabilidad y dificultades para concentrarse. Según la Universidad de Ginebra (2024), más del 57% de los jóvenes entre 18 y 30 años reportan estos síntomas asociados a la hiperconexión.
Para entender el impacto, pongámoslo en perspectiva: piénsalo así, si usaras ese tiempo para caminar, podrías haber hecho más de 4.5 millones de pasos al año, lo suficiente para recorrer una maratón diaria durante 100 días. O si lo transformaras en tiempo de lectura, podrías haber terminado más de 30 libros al año. Cambiar el enfoque nos ayuda a ver cuánto dejamos pasar —y qué podríamos ganar si fuéramos más conscientes. Eso es lo que dejamos ir, casi sin notarlo: tiempo, energía y en cómo ocupamos nuestros días. Y cada uno de esos movimientos depende de una infraestructura que no ves: centros de datos, servidores y procesadores que trabajan sin parar para cargar cada foto, cada video, cada reacción.
No se trata de asustarte. Ni de dejar el celular para siempre. Pero sí de usarlo con más conciencia. Preguntarnos: ¿para qué abrí esta app? ¿Cómo me siento después de estar aquí? ¿Qué necesito realmente en este momento?
Estudios adicionales, como los de la OMS y el informe Digital 2023, muestran que pausas cortas, planificación de notificaciones y límites de pantalla reducen significativamente la fatiga digital y mejoran el sueño y la concentración. Aprender a identificar estos signos y poner límites —como horarios sin pantalla, pausas conscientes o planificación de notificaciones— es clave para proteger nuestra salud mental y física. No se trata de desconectarse por completo, sino de usar la tecnología con intención.
No estás sola si te sientes agotada, estás navegando una dinámica diseñada para no dejarte ir. Y entender eso ya es un paso para navegar por el burnout digital y el diseño adictivo de muchas plataformas que están moldeando nuestra atención y nuestra salud mental.
Aprender a hacer pausas, reconocer nuestros hábitos, desconectarnos con intención, es parte de recuperar el enfoque, el descanso y la energía que la hiperconexión silenciosamente nos quita. Reconocerlo es empezar a recuperar el control.
Referencias:
- Why Scrolling is So Addictive – Unplugged
- Zombie Scrolling Syndrome – Newport Institute
- Infinite Scrolling – The Interaction Design Foundation
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